PROFUNDAS REFLEXIONES














Aquí dejo unos textos de BERTRAND RUSSELL escritos en 1932 del libro “Elogio de la ociosidad” para su profunda reflexión:


Quizá haya que releerlos varias veces porque en una primera lectura su mensaje puede parecer un tanto frívolo, sobre todo por el momento que nos toca vivir y la sociedad que hemos construido casi un siglo después, pero merece la pena leerlos por la coyuntura actual y el contexto social y económico en el que nos encontramos.


Desde mi punto de vista es curioso comprobar que, a pesar de la lejanía en décadas de su publicación, su autor parece un visionario.


Aquí los dejo:

” Como casi toda mi generación, fui educado en el espíritu del refrán . Niño profundamente virtuoso, creí todo cuanto me dijeron, y adquirí una conciencia ue me ha hecho trabajar intensamente hasta el momento actual.
Pero, aunque mi conciencia haya controlado mis actos, mis opiniones han experimentado una revolución. Creo que se trabajado demasiado en el mundo, que la creencia de que el trabajo es una virtud ha causado enormes daños y que lo que hay que predicar en los países industriales modernos es algo completamente distinto de lo que siempre se ha predicado…


Si el asalariado ordinario trabajase cuatro horas al día, alcanzaría para todos y no habría paro- dando por supuesta cierta muy moderada cantidad de organización sensata. Esta idea escandaliza a los ricos porque están convencidos de que el pobre no sabría como emplear tanto tiempo libre…


Antes había una capacidad para la alegría y los juegos que hasta cierto punto ha sido inhibida por el culto a la eficiencia. El hombre moderno piensa que todo debería hacerse por alguna razón determinada, y nunca por sí mismo.


Cuando propongo que las horas de trabajo sean reducidas a 4 , no intento decir que todo tiempo restante deba necesariamente malgastarse en puras frivolidades. Quiero decir que cuatro horas de trabajo al día deberían dar derecho a un hombre a los artículos de primera necesidad y a las comodidades elementales en la vida, y que el resto de su tiempo deberían ser de él para emplearlo como creyera conveniente…
Sobre todo, habrá felicidad y alegría de vivir en lugar de nervios gastados, cansancio y dispepsia.


El trabajo exigido bastará para hacer del ocio algo delicioso, pero no para producir agotamiento……Los hombres y las mujeres corrientes, al tener la oportunidad de una vida feliz, llegarán a ser más bondadosos y menos inoportunos y menos inclinados a mirar a los demás con suspicacia.


La afición a la guerra desaparecerá en parte por la razón que antecede y en parte porque supone un duro y largo trabajo para todos. El buen carácter es, de todas cualidades morales, la que más necesita el mundo y el buen carácter es la consecuencia de la tranquilidad y la seguridad, no de una vida de ardua lucha.


Los métodos de producción modernos nos han dado la posibilidad de la PAZ y la seguridad para todos; hemos elegido, en vez de esto, el exceso de trabajo para unos y la inanición para otros. Hasta aquí hemos sido tan activos como lo eramos antes de que hubiese máquinas; en esto, hemos sido unos necios, pero no hay razón para seguir siendo necios para siempre.”

POLÍTICOS…..¡¡ ESCUCHEN AL PUEBLO …YA !!

Por fin………..Por fin la indignación social ha provocado la movilizacíon, por fin se empieza a demostrar que no estamos anestesiados, adormecidos en un estado de bienestar que se desmorona por momentos.

Urge revisar el modelo de sociedad, esta protesta recoge la indignación que produce que la política esté supeditada a los MERCADOS, al dinero, de que no se escucha a la gente, de que los políticos toman decisiones de forma permanente a espaldas de la ciudadanía.

ÁNIMO PARA TODOS, PARA NUESTRO FUTURO Y EL DE NUESTROS HIJOS……

los políticos han escuchar la voz del pueblo y ya están preocupados….

LA HIPOCRESÍA…

NIVELES DE HIPOCRESÍA

1. Por encajar en un grupo: Este tipo de hipocresía se ve en los grupos nuevos. Las personas que ingresan tratan de agradar a los demás, incluso fingiendo lo que no son o lo que en realidad los otros esperan de ellos. Detrás de ese comportamiento se esconde un miedo a ser aceptados como son.

2. Por envidia:
Este tipo de envidia es usual en muchas personas. Usted logra percibirla en los demás cuando se acercan a elogiarla de la forma más falsa posible. Por lo general lo miran de píes a cabeza y no disimulan con preguntas como ¿y dónde compraste eso? ¿y cuánto te costó aquello? o ¿de dónde sacaron ese carro?. Los comentarios positivos que emiten hacia usted no coinciden con los gestos faciales.

3. Por hipocresía social:
En este punto se ubican las actividades a las que solemos acudir así las detestemos. En el fútbol de nuestros hijos, para simular el buen ambiente reinante, esa permanente forma de hacer la pelota al entrenador para conseguir que su hijo salga a jugar los máximos minutos posibles….etc…para muchas personas puede ser la política, para otras la aburrida tarde de té o el evento de la empresa que la pone a bostezar. Incluso esas aburridas reuniones de los socios y amigos de su esposo o el recital de música instrumental que le genera sueño.

4. Hipocresía moralista:
Es hacerle ver a todas las personas una forma de pensar, y actuar de manera incoherente. Se da mucho con las creencias religiosas, con la moral y los valores. Es algo así como aparentar y aterrarse ante la más mínima situación, cuando tiene una mente totalmente: abierta. Se da mucho con temas como el aborto, la sexualidad, la fidelidad

ESTAMOS RODEADOS ……DE LOBOS/AS … CON PIEL DE CORDERO.

¿CÚAL ES NUESTRO NIVEL DE HIPOCRESÍA?

¿ME IDENTIFICO CON ALGUNO DE LOS SIGUIENTES SUPUESTOS?

1. No soy hipócrita, solo aplico mis relaciones publicas.
Lo que si tiene claro es que a veces es necesario este tipo de sonrisas forzadas para evitar ante todas ciertas fricciones por lo que acude al arte de las “relaciones publicas”. Para usted nunca se tratara de hipocresía. Y bastante bien le han funcionado con sus clientes, sus compañeros de trabajo, sus vecinos y la familia de su pareja.

2. No tengo por que fingir que todo el mundo me cae bien.
Otras personas tienen claro que si alguien les cae realmente mal nunca podrán siquiera cruzar su saludo. Su fastidio se nota a leguas y tienen claro que no nacieron para fingir caerle bien a todo el mundo.

3. Ingenua totalmente, siempre me la clavan doblada. En otro lugar se ubican las personas demasiado ingenuas, esas que a pesar de sentir que los demás respiran hipocresía siguen creyendo que todos son buenos amigos. Tal puede ser su grado de ingenuidad que solo se dan cuenta de lo hipócrita que fueron los demás cuando le dan el gran golpe y sacan su propio beneficio. No salen de una supuesta amistad para meterse en otra donde hablan pestes y pestes de ellos.

¿ES POSIBLE DECIR LO QUE UNO PIENSA ANTE CUALQUIER PERSONA Y SITUACIÓN?

¿MEJORARÍA NUESTRAS RELACIONES?

Yo soy de las que creo que sí es posible, practicando la Asertividad y asumiendo las pérdidas y consecuencias que ello nos puede generar…pero creo que produce más beneficios a largo plazo.

EL SENTIMIENTO DE CULPA…

¿Por qué nos sentimos culpables?

¿Por qué ante una misma acción , unas personas sienten culpa y otras no?

¿Qué hay detrás de la culpa?

¿qué antecede a la misma?

Todos nos hemos sentido o nos sentimos culpables en un momento u otro.
Pero manejar la culpa adecuadamente o saber gestionarla de forma que nos afecte lo menos posible no es nada sencillo.
En mi caso, la culpa ha funcionado en algunos casos como una losa cargada en la espalda, sobre todo en lo relativo a la maternidad.
La culpa , en función de su intensidad, puede paralizarnos y desgastarnos de una forma devastadora, una de las claves es saber que la culpa es un sentimiento y no una condición, esto nos ayudará a minimizar sus efectos en nuestra autoestima.

Puntos a tener en cuenta:

1. Vive en el aquí y ahora.
No erosiones el pensamiento, no malgastes energía en lo que pudo ser o hubiera sido, lo que pasó pasó ..ya no volverá y el futuro no ha llegado todavía…. El presente es lo que tienes con certeza.

2. Aprende a decir “NO”. Intenta no hacer nada que no desees hacer, vive con coherencia , esto ayuda a que no se produzcan hechos de los que te tengas que arrepentir y en consecuencia, aparece el sentimiento de culpa…
3.- Aléjate de las personas tóxicas que te generan estos sentimientos, no estés donde no quieras estar o dónde te sientas incómodo.

4. -Olvida satisfacer las expectativas de los demás, acepta tus limitaciones, no lo puedes hacer todo ni llegar a todo, ni gustar a todo el mundo ni que todo el mundo te quiera…esto te liberará.

5.- Intenta abstraerte del hecho que te ha producido o te produce la culpa, enfócalo desde otra perspectiva, sopesa otros puntos de vista…

6.- Recuérdate una y otra vez lo que es importante para tí, lo que te gusta, con lo que te sientes bien y te produce satisfacción… actúa en consecuencia.

7.- Focaliza el problema de verdad, analiza objetivamente si tiene la trascendecia suficiente o si por el contrario, es la suma de otros problemas acumulados sin resolver…

8.- Suelta lastre, sólo se puede avanzar soltando amarras, toda decisión implica unos beneficios pero también alguna desventaja…es como el coste de oportunidad en economía.

9. -Aprende a no vivir encorsetado, siendo víctima de tus propias resistencias, ser flexible y moldeable es la mejor actitud para adaptarse a todas las situaciones.

Cada ser humano afortunadamente es diferente, lo que funciona para uno puede no funcionar para otro, pero sin duda valorar estos patrones de conducta nos ayudarán a mostrarnos a nosotros mismos diferentes formas de ver los hechos.

Esto nos generará grandes bocanadas de oxígeno

SUTILES DIFERENCIAS….

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¿LÍDER o Jefe ?

Existen diferencias……SUTILES… entre ser un jefe, entrenador,técnico etc… y ser un LÍDER,

entre ellas:

Para el Jefe, la autoridad es un privilegio de mando y para el Líder un privilegio de Servicio.

El Jefe ordena: “Aquí mando yo”, el Líder: “Aquí sirvo yo”.

El jefe empuja al grupo y el Líder va al frente comprometiéndose con sus acciones.

El Jefe existe por la autoridad, el Líder por la buena voluntad.

El Jefe necesita imponerse con argumentos extensos, el Líder con ejemplos entrañables.

El Jefe inspira miedo, se le teme, se le sonríe de frente y se le critica de espalda.

El Líder inspira confianza, da poder a su gente, los entusiasma y cuando está presente, fortalece al grupo.

Si temes a tu superior, es Jefe.

Si lo admiras es un Líder.

El Jefe busca culpable o culpables cuando hay un error.

El que la hace la paga.

Sanciona, castiga, reprende, cree arreglar el mundo con un grito o con una infracción.

El jefe jamás hace autocrítica, nunca es responsable de lo malo aunque de lo bueno se cuelga todas las medallas..

El líder se pregunta ¿ Qué no estoy haciendo bien….O …Qué estoy haciendo mal?

El Líder jamás apaga una llama encendida, corrige pero comprende, no busca las fallos por placer, sino para rehabilitar al caído.

El Jefe asigna los deberes, ordena a cada quien lo que tiene que hacer, mientras contempla desde su lugar cómo se le obedece.

El Líder enseña con el ejemplo, trabaja con y como los demás, es congruente con su pensar, decir y actuar.

El Jefe hace del trabajo una carga, el Líder un privilegio.

Los que tienen un Líder, pueden sentirse cansados pero nunca derrotados, porque el Líder transmite la alegría de vivir y la pasión por lo que se hace.

El Jefe sabe cómo se hacen las cosas, el Líder enseña como deben hacerse.

El jefe se guarda el secreto del éxito, no vaya a ser que aspiren a ser mejor que él, el líder capacita permanentemente, para que la gente pueda hacer las cosas con eficacia, el líder genera liderazgo.



El Jefe maneja a la gente, el Líder la prepara.

El Jefe cosifica a las personas convirtiéndolas en cosas o números….

EL LÍDER LLAMA A LAS PERSONAS POR SU NOMBRE Y LES PREGUNTA – ¿CÓMO ESTÁS…?-


EL TRIÁNGULO DRAMÁTICO DE NUESTRAS RELACIONES….

El juego, tiene tres vértices:

la víctima, el salvador y el perseguidor, que suele ser la transformación de la víctima cuando las cosas no salen como quiere. La única forma de parar el juego es negarse desde el principio a intentar asumir peticiones imposibles.

Este triángulo dramático se manifiesta en todas las áreas de nuestras vidas, sólo es cuestión de identificarlo. Con algunos de nuestros familiares…, en el ámbito profesional….con los amigos….etc…

Eric Berne, uno de los pioneros del denominado “análisis transaccional”, escribió, entre otros libros, Los juegos en los que participamos (Games people play). Berne describe en su libro uno de los juegos más habituales que se dan en casi todas las relaciones personales: el “juego de salvación”. El juego puede representarse mediante un triángulo, en cada uno de cuyos vértices se ubica un protagonista, que responde a tres roles diferentes: el de salvador, el de víctima y el de perseguidor. Pondremos un ejemplo profesional para entenderlo.

Juan Carlos, el director de una empresa, llama el jueves por la mañana a Gregorio, uno de sus principales proveedores:

–Hola, Gregorio, soy Juan Carlos. Mira, te llamo porque tengo un problema. El lunes de la semana que viene necesito comenzar la producción de un pedido de 30.000 pantalones y me he quedado sin materia prima. ¿Puedes entregarme el género para el lunes?

Hasta aquí, todo parece normal: Juan Carlos le hace un pedido urgente a Gregorio. El problema es que su petición no es razonable, y así se lo expresa Gregorio:

Juan Carlos, lo que me pides es casi imposible. Estamos hablando de muchos metros de género y ningún almacenista tiene tal cantidad de materia prima…

En este punto, Juan Carlos, viendo que Gregorio no va a solucionarle su problema, va a dar inicio al juego. Lo hará situándose en el rol de víctima:

Gregorio, no puedes hacerme algo así… Perderé a mi cliente principal. Y no sólo eso… las ventas van mal, y si no atiendo este pedido, yo no sé lo que va a suceder… creo que seré despedido… Te lo pido por favor… se trata de algo más que un pedido, es mi puesto de trabajo… no me dejes tirado, te lo suplico. Además, llevo pasándote trabajo casi cinco años… no puedes hacerme esto.

Juan Carlos ha ejercido su papel de víctima a la perfección. ¿Por qué decimos que hace de víctima? ¡Pues porque algo de responsabilidad tendrá en haber llegado a tal situación! O se olvidó de hacer el pedido de género cuando tocaba o ha aceptado un encargo que no sabía si podía cumplir. El problema lo tiene Juan Carlos, él es el incompetente. Si uno es una persona empática, siente angustia, se pone en la tesitura de la víctima y, sin darse cuenta… se sitúa en el papel de salvador. Esto hizo Gregorio:

–Bueno, Juan Carlos, no sé, esto es casi imposible, no te aseguro nada… Yo haré todo lo posible por ayudarte, nunca te he dejado colgado… Pero no te garantizo nada…

–¡Mil gracias, Gregorio! –le responde Juan Carlos–. ¡No sabes cómo te lo agradezco! Mantenme informado, ¿de acuerdo?

Ya está. El juego ha comenzado. Gregorio se ha colocado en el vértice del triángulo, asumiendo el rol de salvador. Juan Carlos ha apelado desde la posición de víctima y su interlocutor ha caído en la trampa, está ya dentro del juego. Veamos qué sucede.

Gregorio pasa todo el jueves intentando acumular metros de tejido. El viernes al mediodía, desesperado, llama a Juan Carlos para comunicarle que no va a poder reunir todo el género solicitado, pero su cliente está reunido. Prueba un par de veces más, sin éxito. A última hora de la tarde vuelve a telefonear, pero Juan Carlos ya se ha ido de fin de semana.

Llega el lunes por la mañana. El triángulo va a convertirse en dramático porque ahora, en breve, los dos jugadores van a intercambiar sus posiciones.

–Hola, Gregorio, ¿a qué hora me envías el camión? –pregunta Juan Carlos.

–Verás… no he reunido más que un 10% de lo que necesitas –musita el pobre Gregorio–. Intenté localizarte el viernes para avisarte, pero fue imposible

Bien, ahora se produce el denominado “momento de estupor”. Juan Carlos va a pasar de víctima a perseguidor.

–¿Cómo dices? ¡Quedamos en que me servirías el pedido el lunes por la mañana! ¡Ni hablar! ¡Haz lo que sea, pero entrégame ese maldito género ya! De lo contrario… ¡detengo el pago de todas tus facturas! ¿Cómo te atreves a dejarme colgado? ¡Y sin avisar siquiera!


¿A qué posición apela ahora Juan Carlos desde su nuevo rol de perseguidor? Es obvio, coloca a Gregorio en el rol de víctima… ¡precisamente aquél desde donde él mismo invocó, desesperado, ayuda!

Gregorio dirá que nunca se comprometió, que dijo que haría lo que pudiese. Juan Carlos responderá que le tenía que haber avisado antes, Gregorio aducirá que ya lo hizo y Juan Carlos afirmará que debía haber dejado un recado más explícito… En fin, da igual, el juego ya se ha desatado. ¿Final del juego? Todos pierden. Mal trago para todos. Ésa es la característica de todos los juegos de Salvación.

Gregorio cuelga el teléfono y se siente fatal. “¡Encima que he intentado ayudarle, ahora me cae este rapapolvo!”, pensará.

¿A cuántos de nosotros no nos suceden situaciones similares ya sea en lo personal o lo profesional? ¿Cuántas veces no nos hemos sentido perseguidos por alguien a quien, más allá de nuestra obligación, quisimos ayudar cuando nos imploró ayuda y casi nos besa tras aceptar brindársela?

Cómo detener el juego :

Debe hacerse al inicio. Cuando uno detecta que le están pidiendo que haga algo que no es materialmente posible, hay que negarse. Si no, está entrando a jugar. Gregorio, aun a costa de perder su mejor cliente, no debería haber asumido la incompetencia de Juan Carlos. Uno sabe a la perfección cuándo le están apelando a un rol de salvador. En ese momento hay que negarse y mantener una postura de firmeza. “Lo que me pides es imposible y lo sabes. Sólo me comprometo a servirte en el plazo de una semana”. El otro, el que apela desde la postura de víctima, nunca podrá enfadarse porque sabe que no tiene derecho para exigir un imposible y que sólo él debe acarrear con su incompetencia.

Las personas que juegan de forma habitual al rol de víctima son peligrosas, tanto desde un punto de vista profesional como emocional. Son personas que constantemente están exigiendo más de lo que procede.

La comprensión del modelo no es suficiente. Es preciso tener la valentía de desvelar los juegos antes de que se produzcan, así como detectar personas con las que no es recomendable jugar.

Apártense de ellas.
C.C.

Fuente consultada:
El país- 2006- Fernando Trías de Bes